14/02/2025

Desarrollo Urbano

La movilidad invisible: quiénes son los grandes olvidados del urbanismo

Las ciudades están diseñadas para ciertos usuarios predominantes: automovilistas, en su mayoría. Mientras tanto, otros actores de la movilidad diaria quedan relegados, obligados a adaptarse a un entorno que no los considera. Estas personas conforman la "movilidad invisible", un grupo de usuarios que no solo carece de infraestructura adecuada, sino también de reconocimiento en las políticas públicas.

¿Quiénes son los olvidados de la movilidad?

  1. Niños: En la mayoría de las ciudades, la autonomía infantil es casi inexistente. Los menores dependen del auto familiar para desplazarse, ya que las calles no están diseñadas para que puedan caminar o andar en bicicleta de manera segura por sí mismos. La falta de infraestructura adecuada, como veredas amplias, cruces peatonales bien señalizados y ciclovías protegidas, los obliga a depender de un adulto con vehículo, limitando su autonomía y su contacto con el entorno urbano. Esto no solo afecta su movilidad, sino que también impacta en su desarrollo, restringiendo su capacidad de explorar la ciudad de forma independiente.
  2. Adultos mayores: A pesar de ser un grupo en crecimiento, las ciudades siguen sin adaptarse a sus necesidades. Las veredas angostas, la falta de espacios de descanso y los tiempos insuficientes en los semáforos los dejan en una situación de vulnerabilidad.
  3. Personas con discapacidad: La movilidad reducida sigue siendo un problema en muchas ciudades. Rampas inexistentes o mal diseñadas, transporte público inaccesible y cruces peatonales inseguros son barreras constantes.
  4. Repartidores y trabajadores de la economía informal: Son quienes más usan la movilidad activa para su sustento, pero enfrentan peligros constantes por la falta de infraestructura segura para bicicletas y motos. Al poco tiempo de iniciarse en esta actividad, muchos comienzan a cometer más y más errores y negligencias, a menudo exacerbadas por los riesgos iniciales a los que se ven expuestos. La falta de formación, sumada a la necesidad de adaptarse rápidamente a un entorno hostil, genera hábitos inseguros que pueden derivar en accidentes evitables.
  5. Mujeres en movilidad nocturna: La falta de iluminación y de transporte seguro afecta especialmente a las mujeres, que deben modificar sus trayectos y horarios por miedo a la violencia.


Imagen de Freepik

El impacto de la invisibilidad

Cuando el urbanismo no considera a estos grupos, no solo limita sus oportunidades y calidad de vida, sino que también perpetúa la desigualdad en el acceso a la ciudad. La autonomía, la seguridad y el bienestar de miles de personas dependen de cambios estructurales en cómo diseñamos y gestionamos los espacios públicos.

Hacia un urbanismo inclusivo

Para que la movilidad invisible se vuelva visible, es clave:

  • Diseñar calles completas, donde peatones, ciclistas y transporte público sean prioridad.
  • Implementar infraestructura accesible y universal.
  • Ampliar los tiempos de cruce en semáforos y mejorar la iluminación pública.
  • Crear políticas de seguridad y diseño urbano que contemplen las necesidades de todas las personas, considerando distintas realidades y formas de desplazamiento.

Las ciudades deben evolucionar hacia modelos de movilidad que incluyan a todos sus habitantes. Solo así podrán ser espacios realmente democráticos y funcionales para quienes las habitan.

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